“Deberíamos apoyar al movimiento feminista democrático y multiétnico del Kurdistán”.
Tina Leisch, cineasta austríaca, lleva 25 años participando en el movimiento de solidaridad con el pueblo kurdo. Actualmente se encuentra presentando su último trabajo, “Solo los muertos regresan a casa” (Kurdistán/Austria, 2015), un fresco de la actualidad kurda con origen el exilio centroeuropeo en el que viven más de millón y medio de kurdos.
La política turca para con la minoría kurda (10 millones de personas), basada en la represión sistemática y en la negación de su existencia, tiene en el cerco informativo una de sus más importantes armas; un proceder similar al empleado por Chile e Israel con mapuches y palestinos. Este hecho convierte a las redes solidarias con el Kurdistán y a los medios audiovisuales, al cine, en valiosas herramientas con las que poder revertir la situación.
“Solo los muertos regresan a casa” (81`; 2015), realizada por la austriaca Tina Leisch y el periodista kurdo Ali Can, es parte de la media docena de filmes que, hace unas semanas, se proyectaron en Bilbao durante el ciclo “Mujer y Kurdistán”, organizado por la Asociación vasco-kurda Newroz. El documental arranca de personas que, como el propio Ali Can no pueden regresar al Kurdistán bajo soberanía kurda por razón de su activismo político. A través suyo y los regalos para familia y amigos que entregan a Tina Leisch, próxima a viajar a Kurdistán, la cineasta muestra “algunos aspectos de lo que allí está sucediendo”.
La película denuncia la represión contra el pueblo kurdo; la criminalización de sus organizaciones y militantes; la negación de su cultura, lengua y existencia misma; la sistemática violación de derechos humanos que llega hasta la existencia de una prisión, Pozanti, donde niños y adolescentes son sometidos a continuas torturas y abusos sexuales; la guerra sucia que el Estado turco emplea contra los kurdos.
“Son muchas las veces que, estando conectado por internet con activistas kurdos, se tiene acceso a informaciones que nunca aparecen en los medios de comunicación. A pesar de que estemos hablando de hechos de tremenda gravedad, como atentados con bombas o asesinatos de kurdos en las capitales turcas y europeas, los hechos no merecen atención alguna para los medios europeos. Es terrible”, señala Tina Leisch, después de proyectar su filme en Bilbao. “Este vacío informativo -que intentamos combatir con trabajos como éste- tiene que ver con la marginalización a la que pretenden condenar la lucha kurda los estados miembros de la OTAN. Esta, por razones estratégicas y políticas, necesita a Turquía como aliada y le permite todo. Es un negocio muy sucio permitir a Erdogan reprimir y sojuzgar al movimiento kurdo para asegurar su fidelidad a la OTAN”. Una mueca de incredulidad acompaña sus palabras: “Si estamos hablando de los valores de democracia, de igualdad de derechos para las personas y las minorías que Europa dice representar y defender y teniendo en cuenta el contexto de Oriente Medio, el movimiento kurdo debería ser el aliado natural de Europa. En guerra contra la barbarie, contra ese fanatismo que pregonan los medios, deberíamos apoyar a esta fuerza que es feminista, democrática; son multiétnicos, multirreligiosos, tolerantes, que aceptan la presencia tanto dentro de su movimiento como del territorio de una serie de minorías. Así las cosas, ¿cómo es posible que la Unión Europea y la OTAN apoyen la represión contra este movimiento? Es absurdo”.
“Solo los muertos regresan a casa” no se queda, sin embargo, en la denuncia: visibiliza procesos como el empoderamiento de la mujer kurda desde diferentes puntos de vista y realidades, desde las intendentes de diversas ciudades, a periodistas, guerrilleras y militantes políticas a las micro revoluciones cotidianas, a ese “erradicar comportamientos patriarcales” que Ayşe Gökkan, intendente de Nusaybin, ciudad en la frontera con Rojava, señala en la película.
00k33.jpg“Conozco el movimiento de liberación kurdo desde principios de los 90; son 25 años en tareas de solidaridad. Puedo asegurar que, en todo este tiempo, ha cambiado mucho”, asegura Leisch. “El PKK nació como un movimiento marxista-leninista, muy nacionalista, muy rígido, dirigido por hombres, jerarquizado verticalmente; muy diferente al movimiento actual. Por un lado, la influencia del el aparato militar, guerrillero, dentro del movimiento es mucho menor: hoy, el movimiento kurdo es un movimiento de la sociedad civil, de las mujeres, de las estudiantes, de la gente en los barrios, de los abogados, de los periodistas, las intendentes… En la mayoría de las ciudades kurdas enclavadas en territorio turco los intendentes, el gobierno comunal, está en manos de los kurdos. Hay más de una docena de mujeres en estas responsabilidades, como las alcaldesas de Amed (Diyarbakir) y Nusaybin, Gültan Kışanak y Ayşe Gökkan , que ganaron las elecciones con el 60 y el 80% de los votos, respectivamente. Además de reducirse la influencia de la guerrilla, hay que reseñar la aparición de una guerrilla compuesta solo por mujeres: mujeres como Sakine Cansizii han impactado muy fuerte en el conjunto de la sociedad kurda, han renovado el papel de la mujer kurda y su percepción de éste. En los años 80 y 90 Kurdistán era muy patriarcal: hombres con dos, tres o cuatro mujeres que eran tratadas como esclavas y las mujeres jóvenes encontraron en la guerrilla la posibilidad de escapar, de irse al monte para huir de matrimonios convenidos, de las muy patriarcales estructuras familiares; así, el movimiento fue abriendo espacio para un discurso feminista, para establecer estructuras que posibilitaran la igualdad de derechos. En dos o tres décadas la sociedad kurda ha cambiado mucho”.
Ali Can no es el único periodista kurdo represaliado que tiene relación o aparece en el documental, reflejo del feroz control turco sobre la información. “En el documental quizás este tema no tiene la relevancia necesaria”, dice Tina; “pero ahí está, por ejemplo, el chico que vive en Colonia, el periodista que tiene asignada residencia en Colonia, de donde no puede salir. Trabajaba para la TV kurda, perseguida en Europa. Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN entre 2009 y 2014, ganó para sí el voto de los turcos cerrando la emisora kurda. Es un juego: yo conozco la emisora kurda desde hace 15 años, cuando se fundó, y cada dos o tres años cambia de nombre, de ubicación y de satélite porque es perseguida en Europa. Si vas con la cámara por Kurdistán, la gente pregunta si eres de Med TV; la gente la conoce, la ve. Es muy importante que gracias a la TV por cable o satélite los kurdos tengan sus propios medios de comunicación, sus propios canales de TV, tanto por la información política como por la vis cultural, porque hay que tener en cuenta que en la década de los 90, cuando viaje a Kurdistán por primera vez, estaba prohibido hablar kurdo, escuchar música kurda. Esto cambio entonces. Es un proceso muy lento este de recuperar el idioma, la música, la literatura oral, toda la cultura kurda, y para esto la TV es muy útil. Por eso es atacada constantemente por los gobiernos europeos a instancias de Turquía. Es un juego: Se cierran las instalaciones, se detienen periodistas y los kurdos, después de dos o tres días, dan a conocer su nueva ubicación, el nuevo nombre de la TV”.
* Álvaro Hilario Pérez de San Román es periodista, corresponsal de Colombia Informa en País Vasco.