De su último libro de poemas, La última costa

El Consell Valencià de Cultura continúa editando antologías de poetas valencianos y del resto del Mediterráneo en versiones trilingües. Después de Kavafis, March y Ibn Khafaja, hoy ha presentado A la niebla/Para a névoa/Cap a la boira, una antología del libro La última costa, el último poemario de Francisco Brines publicado en vida.

La edición recoge treinta y tres poemas de este libro, traducidos al portugués por Saturnino Valladares y al valenciano por Josep Piera, editado con la colaboración del Ayuntamiento de València, la Mostra Viva del Mediterrani y la Fundación Francisco Brines.

Después de unas palabras de bienvenida del presidente Santiago Grisolía, Vicent Garcés, presidente de honor de Mostra Viva del Mediterrani, ha alabado la continuidad de este proyecto editorial. Ha explicado que esta es una antología pensada antes de la muerte de Brines, y ha dicho que la vindicación del Mediterráneo, de la tierra y de la casa han sido motores de su poesía.

Àngels Gregori, presidenta de la Fundación Brines, ha explicado la curiosidad que tenía el poeta por estas versiones en valenciano y portugués, y ha definido Hacia la niebla como un viaje final desde un mar que ya no es un mar tranquilo, sino una de más próxima a la muerte, más gris y atlántica. Gregori ha comentado la tendencia de Brines de juntar los contrarios, y ha puesto un ejemplo en este sentido entre su primer libro, Las brasas, de 1959, con el póstumo de La última costa.

Saturnino Valladares ha dicho que la última poesía de Brines tiene sabor de despedida, pero que toda su obra tiene una función salvadora, llena de reflexiones sobre el paso del tiempo (el propio y el de la naturaleza), con una conciencia de la pérdida. Una poesía del conocimiento escrita desde una perspectiva estoica y meditativa: una extensa elegía escrita desde un profundo amor en la vida desde la en torno a la Elca, su casa de Oliva, lugar de retorno y de fidelidad.

Josep Piera ha expuesto su idea sobre la traducción poética: la fusión de dos voces en una, con una música distinta final, en una interpretación personal y emocional. Ha recordado que sus lecturas de Brines se remontan al final de la década de los sesenta del siglo pasado y han continuado hasta hoy. Con él, ha dicho, ha compartido un paisaje común, el de la Safor. Más concretamente, el del Elca, la casa de Brines, y el de la Drova, donde vive él. Y se ha preguntado: me habría atrevido a traducirlo nunca sin la suerte de la propuesta de esta antología?

Al final del acto, Rosana Pastor, miembro del CVC, Saturnino Valladares y Josep Piera han leído el último poema del libro, titulado precisamente La última costa, en castellano, portugués y valenciano.